Tengo 30 años, he estado el suficiente tiempo viva para pasar por algunos
gobiernos democráticos. En mi larga o corta vida, nunca he percibido tanta
animosidad, a pesar de que en cada gobierno hubo oficialistas y opositores.
Estoy convencida de que la base moral de la conducta y su contenido ya sea
virtuoso o defectuoso está delineado por la autoridad que rige en cada
contexto.
Por eso, es que los padres, maestros y líderes en general, tienen una
responsabilidad muy específica, y por lo cual ejercen un impacto conciente en
quienes los adoptan como referentes.
Entonces, forzosamente la lógica nos lleva a comprender que el nacimiento de
este clima nacional viene gestado desde la autoridad vigente.
La intolerancia, la soberbia y la
burla, reina en cada discurso. Los
oficialistas gozan mediante burlas a quienes no comparten las ideas políticas
de este gobierno. Como si fuera un juego…la intención que subyace es, sin duda,
la de generar irritación y perturbar.
Se acabó por formar una suerte de clan, en el que los miembros sufren de un
fanatismo incontrolable, con absoluta ausencia de capacidad crítica, porque el
fanático sufre de irracionalidad pudiendo llegar a extremos peligrosos al estar
imposibilitado para medir consecuencias y trae como síntoma la necesidad
incondicional de imponer su creencia.
Yo creo que este fanatismo solo puede encontrar terreno fértil en aquellos que
temen a la libertad y al razonamiento, a las personas dependientes que no
pueden soltar la mano.
Yo no quiero convencer a nadie, pero
tampoco quiero que me llamen gorila, porque pienso distinto. Quiero que el que
me tilda de gorila, me explique por qué.
Me voy a dar el lujo de decir, que me considero una buena persona, trabajadora,
considerada de los esfuerzos del otro, y creo que quienes me conocen opinarían
lo mismo.
Dónde está el gorila en mi? Si estoy en contra del autoritarismo, de la
represión, de la censura, de la extorsión, de la intimidación y la violencia… Y
es justamente por eso que no puedo adherirme a este gobierno.
Franchesca
Valenti
"Donde no hay co-existencia hay co-destrucción"
(Rabindranath Tagoré, premio Nobel de la India).